Wednesday, August 27, 2008

Denominación de Origen

Me sorprende como insiste la pregunta sobre el origen de las cosas, los conflictos, las relaciones, los problemas, las soluciones. Al parecer, atrapar el origen nos pondría mágicamente en contacto con la posibilidad de resolver los avatares del presente y las complejidades de un futuro posible. ¿Qué preguntamos cuando preguntamos por el fundamento? ¿Preguntamos por el momento fundacional?

Si preguntamos por el origen de una uva, decimos que la compramos en la verdulería o en el supermercado; cuando mucho diremos que es de la zona central. Si preguntamos por el origen de un vino, Colchagua o Casablanca, o Australia, aparecen rápidamente en nuestro aparato fonético. Si preguntamos por el origen de un problema, alguna teoría aparece para justificar nuestra explicación posible. Razones que la razón no conoce…

Tanta importancia al origen, investido como un espacio de sabiduría y expansión que contiene en él respuestas a un futuro incierto, a un pasado incómodo. Este lugar originario habita más allá de la dimensión real de la vida. Lo que consideramos origen es relativo al lugar desde donde se hace la pregunta. Cuando nació mi hijo es algo que siempre me pregunto. Nació el 24 de marzo en la Alemana, o nació el día que nos casamos con Pamela para traerlo al mundo aun sin conocerlo. No lo tengo claro. ¿Importa? ¡Por supuesto que sí!

Nietzsche pensaba el origen desde una óptica totalmente diferente, como un punto de inicio de algo ya en movimiento. No existe el comienzo simplemente desde la nada. Los eventos tienen en su devenir una historia que los crea desde antes de su constitución, las cosas ya son mucho antes de ser y siguen siendo mucho después de su silencio. El vino nace del deseo de beber, un hijo de la necesidad de transcender y germinar (para algunos).

Más que comienzos me gusta pensar en inicios, en esos instantes cuando un conjunto de fuerzas se ponen en relación para generar un vector nuevo en el universo. Aunque suene medio esotérico, me agrada pensar en metáforas de movimiento más que en puntos estáticos. Ellos no dan cuenta de la experiencia como tal, de este mundo que nunca para, que no para nunca de respirar, que no se detiene, que no desespera. Eso es finalmente verbo. Movimiento, esparcimiento, ocupación de espacio. Topología.

Esta invitación a cambiar los ejes de pensamiento, puede no aparecer como nueva pero si novedosa. El origen poco importa como acto fundacional, sino más bien como un espacio de generación y futuro, de creación de presente. El origen nos ayuda a comprender los espacios vacíos de certeza y llenos de incertidumbre. Finalmente ahí se encuentran, en perpetuo movimiento, las semillas de esta vida.